Principios de gestión del almacén para su óptimo funcionamiento
Principios de gestión del almacén para su óptimo funcionamiento

El almacén ha sido tradicionalmente un espacio de la fábrica en el que guardar mercancías y en el que trabajan los empleados menos cualificados de la empresa. Sin embargo, esto ha dejado de ser así y, en la actualidad, la gestión del almacén ha cobrado la relevancia que merece.

El nuevo entorno competitivo del siglo XXI ha vuelto obsoleto el planteamiento histórico de los espacios de almacenaje en las empresas.

¿Qué es lo que ha producido este cambio en la gestión del almacén?

Varios son los motivos que dan respuesta a esta cuestión.

Por una parte están los clientes. En el momento actual, los clientes son cada vez más exigentes en cuanto al servicio que proporciona un almacén.

De este modo, los almacenes se ven en la necesidad de reducir los plazos de respuesta y entrega de mercancías así como de mantener en buen estado el stock, evitando daños en los productos almacenados.

La manera de atender estas exigencias de los clientes pasa por garantizar en todo momento un nivel suficiente de inventario.

Por otro lado, tener que ofrecer el mejor servicio posible al cliente no debe ir en detrimento de la productividad de almacén. Más bien al contrario, debe tratar de aumentarse.

La manera de lograrlo pasa por gestionar el stock de tal forma que garantice la máxima rotación y productividad, por un lado, y un adecuado servicio a los puntos de entrega por otro.

No podemos olvidar en el momento actual en que vivimos, la globalización de la competencia, la necesidad de segmentación de los mercados y los cada vez más cambiantes hábitos de los consumidores.

Estos factores obligan a las empresas a comercializar un mayor número de marcas y modelos independientemente del sector de que se trate. Es obvio que esto supone el almacenamiento y manipulación de una mayor cantidad de referencias en el almacén.

Queda claro, entonces, que la gestión del almacén se ha vuelto más compleja y ya no rigen los mismos principios de almacenaje que hace unas décadas. El almacén del siglo XXI ha dejado de ser un mero espacio físico donde las mercancías esperan su salida.

En este sentido se puede asegurar que una mala gestión del almacén puede llevar a malgastar dinero e, incluso, a hacer perder muchos clientes.  

Por el contrario, una buena gestión del almacén facilita una reducción de los gastos y es clave para garantizar una buena calidad del servicio a los clientes.

Principios para la gestión de un almacén del siglo XXI

A la hora de gestionar un almacén es importante tener presente una serie de principios básicos que garanticen un óptimo funcionamiento del mismo.

Coordinación

La gestión del almacén debe estar coordinada con el resto de funciones dentro de la empresa. Nos referimos a las funciones de aprovisionamiento, producción y distribución, entre otras.

El almacén no es un ente aislado en la empresa. Su gestión debe adoptar los principios de la logística integral.

Equilibrio

Acorde a lo expuesto anteriormente, es fundamental hallar un equilibrio entre aspectos fundamentales en la gestión del almacén: la calidad del servicio prestado y el nivel de inventario.

Se trata de buscar un equilibrio entre ambas variables para evitar que una de ellas perjudique a la segunda. Ambas son igualmente importantes en la gestión de un almacén del siglo XXI.

Minimizar el espacio empleado

El espacio físico disponible para almacenar los productos debe ser aprovechado al máximo de tal forma que la relación productos almacenados - espacio empleados sea máxima.

Minimizar las manipulaciones

Para aumentar la productividad y reducir la realización de tareas que apenas aportan valor pero sí un alto coste, se deben simplificar y reducir los recorridos y movimientos tanto de personas.

Minimizar los riegos

Parte de toda buena gestión es tener en cuenta y prever los posibles riesgos de ésta. En el caso del almacén, los riesgos a considerar se refieren tanto para el personal como para los productos e instalaciones del almacén. Evitar y minimizar los riesgos en el almacén es fundamental.

Flexibilidad

Siempre que sea posible, recomendamos que a la hora de diseñar un almacén se tenga en cuenta las posibles necesidades de evolución que vaya a tener éste en un futuro. De este modo será más sencillo adaptarlo a las nuevas situaciones que puedan surgir.


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